viernes, 19 de marzo de 2010

TBA




Le habían robado cuando entraba a su casa. Vivía en Flores. Un asalto poco violento - La saqué barata - dijo, dibujando una sonrisa que menospreciaba el hecho. Un suceso revelador: un ataque de presión (internación incluida).

Replanteó su vida en dos días y al tercero ya había decidido reducir su nivel de stress y preocupación. Para esto su mujer aconsejó que luego de la jornada laboral en el tren (trabajo que para él implicaba cierta estática social-adquisitiva, aceptada a base de auto-mentiras, justificaciones y afirmaciones tales como que no necesitaba un televisor LCD de tres mil pulgadas, ni el nuevo Citroen C4 full-full. Ok… No lo necesitaba, pero si lo quería, y mucho) debía hacer alguna actividad que lo libere de tensión, "lo relaje".

Ella pensaba en Yoga, en Reiki, o en cualquier disciplina oriental moderna que incluya meditación, y sea compatible con el feng shui de la decoración. Él pensaba en serle infiel. Yo hubiese pensado en catarsis creativa, aunque sea forzada, pero él y ella ignoraban esta opción. Yo y ella no somos nadie, ella menos que yo. Él era en cuestión el que decidiría. Y él decidió.



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